viernes, 29 de noviembre de 2013

BÚSQUEDA ACTIVA DE EMPLEO



El poeta escribió: Si lo primero que se te pasa por la cabeza, al levantarte, es escribir una historia, es que eres escritor. 

Pocas frases sintetizan mejor la vocación por la creación. En mi caso, da igual que se trate de una serie de tele, una película, un programa de entretenimiento o una obra de teatro. Soy consciente que lo único que sé hacer es escribir. Y sé que me gustaría trabajar de ello. No hay nada mejor que encontrar un empleo que te guste. Es la mejor lotería que uno puede encontrar. Pero, quizás, es pedir demasiado. 

Para un guionista en el paro, encontrar un trabajo, por muy anodino que sea, es fundamental. 

Al menos, para mí. Sin dinero en la cuenta corriente, empiezo a comerme el tarro y no consigo concentrarme ni consigo vomitar algún proyecto mínimamente interesante o coherente. Por esto, y fue uno de los motivos, me decidí a empezar este blog. Hoy hablaré de la búsqueda activa de empleo. Una descripción que se oye mucho por ahí, y que da una rabia que te cagas. La búsqueda de empleo activa se ha convertido en la única ocupación de mucha gente, y me parece bien. Es una manera de sentirse vital, de no tirar la toalla. Pero, a veces, cuesta mucho no enviarlo todo a tomar viento. Sobre todo, si echamos un vistazo a los principales portales de empleo. Ahí va, un pequeño repaso.


MÓNICA LEWINSKY QUE ESTÁS EN LOS CIELOS…

Hace años, ser becario era señal de primera toma de contacto con el mundo profesional. En una empresa, solías aprender el doble que en toda la carrera universitaria. Y, en cierta manera, sigue siendo así. 

La única diferencia substancial es que, ahora, los becarios se han convertido en los nuevos esclavos. 

No cobran nada, no cotizan (de momento) a la seguridad social y, a las empresas, les salen muy rentables. El gobierno bonifica a dichas empresas, mediante establecimiento de convenios. La tarifa común es de 400 euros. Es decir, yo te contrato como becario y, encima, me pagan por ello. Lo sensato y normal sería redistribuir esos 400 para pagar una cantidad simbólica al becario. Pero, no. En el 90% de los casos, eso nunca sucede. Lo peor de todo, no es trabajar gratis (que ya es un drama). Lo más terrible es que la gente licenciada o titulada, no pueda optar a muchos trabajos (la mayoría de ellos, cualificados) por la imposibilidad de firmar convenios de prácticas con ningún centro formativo.


(DIS)CAPACITADOS

Este tipo de condicionante se asemeja bastante al caso anterior. El gobierno ayuda a las empresas, que contratan a gente con discapacidad. (Eso sí, que esa discapacidad no supere el 33%) 

Muchas instituciones públicas se aprovechan de esta cuartada social, para contratar a gente con perfiles de discapacidad. 

Nos hacen creer que se preocupan por la sociedad y por las personas más necesitadas. Y nada más lejos de la realidad. La falta de crédito a las PYMES y al sector empresarial, en general, ha transformado al mercado en algo mísero y deshumanizado. Se necesita mano de obra pero, como no hay dinero para pagarla, se ofrecen sueldos bajo mínimos o se buscan fórmulas para poder completar la retribución, mediante ayudas públicas.


CON DON DE LENGUAS

Hace años, las tiendas y el sector servicios, eran el último refugio para la gente con profesionales liberales que no encontraban trabajo. Todo el mundo conoce el mito de Hollywood. El que cuenta que, en Los Ángeles, todos los camareros son guionistas y actores desempleados, esperando su gran encuentro con un pez gordo de alguna productora. En España, pasaba lo mismo. Podías encontrarte a un escritor, o a un licenciado en astrofísica, sirviendo cafés en la Gran Vía madrileña. Con la llegada de ricachones procedentes de Rusia y China, la cosa se ha complicado un poquito más. 

El afán por vender y por tratar como reyes a este tipo de consumidor, ha obligado a las empresas a ofertar puestos que requieren el conocimiento, no del inglés, francés o alemán, si no del Chino, Ruso o Árabe. 

Ya no es suficientes ser mono/a, y saber doblar camisetas, no. Ahora debes tener un nivel medio-alto de estos idiomas. Ya lo pronosticaba Blade Runner, en los ochenta, el Chino acabará siendo el lenguaje universal.


A PUERTA FRÍA

Hace un par de años, se estrenó la película “A puerta fría” que trataba, precisamente, de esta táctica comercial. A saber: Ir de puerta en puerta, vendiendo productos, sin cita previa. La puerta fría es una de las estrategias de venta más duras, a la par que ineficaces. Y más, hoy en día. Con la crisis, la gente rehúye de los vendedores de enciclopedias, seguros o energía. 

Me atrevería a afirmar que, el 80% de las ofertas publicadas en los portales de empleo, son de comerciales. 

Y, ¿cómo se intenta atraer a los parados? Pues con el timo de la estampita. Sueldo base: 500-2500. Nivel de estudios: Sin especificar (sic). ¿Cómo se entiende? ¿Pagarán 2500 euros a una persona sin titulación universitaria? El truco del almendruco es bastante rudo. Se ofrece un sueldo base de 400-500 euros. El resto se obtiene a partir del trabajo por objetivos. Por ejemplo, en una empresa de telefonía debes vender seis productos en un mes. Si lo haces, recibes una retribución. Si no, a la calle. ¿Qué más se puede pedir?

 
SIN ÁNIMO DE LUCRO

Pues sí. En esta vida, siempre se puede pedir más. Sería el caso de los captadores para organizaciones no gubernamentales. 

Las ONG contratan a empresas externas que se dedican a formar, no a captadores, si no a comerciales. 

Gente que trabaja orientada a fríos objetivos y que debe obtener X socios al mes, si no quiere irse de patitas a la calle. Con el mercado de las enciclopedias, uno lo podría llegar a entender. Es un negocio, y los negocios no entienden de moral ni de escrúpulos. Pero… ¿Creu Roja? ¿Acnur? Prefieren la cantidad, y no la calidad de sus socios. Es triste, pero es real. Un captador recibe las mismas enseñanzas que un comercial a puerta fría. Da igual que la persona no esté convencida en donar un dinerito. Ya nos encargaremos de convencerla, a toda costa.


¿PODRÍA HABLAR CON EL SEÑOR DE LA CASA?

Y, llegamos, al otro gran grupo de ofertas de empleo: La televenta. Un tipo de trabajo parecido al de comercial. La única diferencia es que no te mueves de la silla. Pero, en el fondo es exactamente lo mismo. Una puerta fría, a través de números de teléfonos. Bases de datos interminables, que deben cubrirse. Productos de todo tipo. Seguros, telefonía, enseñanza… Todo vale. 

Unos años atrás, cuando recibías una llamada de un teleoperador, solía provenir de un país latinoamericano. 

Te atendía un panchito que decía trabajar para Vodafone o Movistar. Y siempre, absolutamente siempre, te llamaban a la hora de comer o cenar. “¿Está la señora de la casa?”. Inmediatamente después, colgabas el teléfono y los enviabas a tomar por culo. Es la reacción natural. Y pensabas: El que ha llamado, es un pobre diablo que vive en Medellín o en Montevideo. Las empresas externalizaban sus servicios telefónicos a países más baratos que España. Con la crisis, la cosa ha cambiado. Esos países empiezan a tener poder adquisitivo y, su mano de obra, se ha vuelto muy cara. Aquí, Europa nos obliga a ser competitivos. Y lo somos. No incrementando el valor añadido de nuestra producción, sino bajando los salarios. Y, en esas estamos. Ahora, somos españoles los que debemos aguantar el chaparrón. Llamar a la hora de comer y rezar para que no nos cuelguen el teléfono en las narices. Así, sí.


Y mira que, servidor, se levanta cada día y se prepara un café americano bien cargado y fuerte como un demonio. 

Procede a ponerse delante del ordenador y empieza a buscar y a investigar. Intenta convencerse que ese día será un día nuevo, y que recibirá algún mail de alguna empresa (la que sea) a la que envió el CV el día anterior. 

O que encontrará la oferta de su vida, que le sacará del agujero. Y, no. Nunca sucede. Y eso pone, de muy mala hostia. Se plantea en tirarse de algún viaducto (es que, servidor, es muy melodramático). Sopesa los pros y los contras y se conforma en publicar una nueva entrada en su desconocido y terapéutico blog.

Y en esas estamos.






jueves, 21 de noviembre de 2013

EL GUIONISTA, EN EL CINE



Este artículo es una selección, tendenciosa si queréis, de películas que pierden el tiempo en analizar esa especie en peligro de extinción llamada: Guionista. 

El oficio de guionista nunca ha sido fácil y, con la crisis, mucho menos. 

Hoy en día, trabajar como guionista o redactor de contenidos es un lujo, y de los caros. El mercado está repleto de licenciados en Comunicación Audiovisual, Periodismo y otras carreras afines. A su vez, el sector se ha ido haciendo más y más pequeño, debido al incremento del IVA cultural, a la falta de inversión publicitaria, a la piratería…

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (Sunset Boulevard. Billy Wilder, 1950)
El cine mudo ya es historia y la mayoría de grandes estrellas de esa época han ido desapareciendo. Es el caso de la “ficticia” Norma Desmond, interpretada por Gloria Swanson. Vive retirada en una suerte de caserón gótico, en Sunset Boulevard, con la única compañía de su servil mayordomo (que fue, en antaño, su marido y director fetiche) y un mono de circo. En medio de este percal, aparece Joe Gillis. Un miserable guionista, que (mal)vive como puede. No vende ni un puñetero guión y debe varios meses del alquiler de su cuchitril. Un día, huyendo de unos creedores, llega a la Mansión de Norma Desmond. La momia del silente, le ofrece un trabajo como guionista. Gillis se deja querer por Norma y se aprovecha de ello. 

David Mamet describió la profesión del dramaturgo, como una profesión de Putas. En el caso, de Joe Gillis, termina siendo así, literalmente. 

El guionista se convierte en el Gigoló de la estrella en decadencia. La historia acaba como el rosario de la aurora. La pasión y la locura se entremezclan, como en una tragedia griega.
Diagnóstico: El guionista sin trabajo, termina vendiéndose al mejor postor.

EVA AL DESNUDO (All about Eve. 1950, Joseph L. Mankiewicz)
All About Eve, título original del film, se centra en el teatro. Pero ese microcosmos podría ser, perfectamente, el del cine o la televisión. Las miserias, ambiciones y traiciones son las mismas. 

Broadway es un buen ejemplo de espacio viciado y lleno de miserias humanas. El gran circo de la vida.

Eve es una pobre chica provinciana que quiere triunfar como actriz. Admira, hasta extremos enfermizos, a la gran Margot Channing, interpretada por Bette Davis. Eve se ofrece a trabajar como asistente de la señorita Channing. Margot es muy egocéntrica y le encanta tener a una chiquilla que le haga la pelota todo el día, y que obedezca a todos sus caprichos. Pero con el tiempo, empieza a darse cuenta que alguna cosa no va bién. Eve tiene algo inquietante, que le pone nerviosa. Tanta amabilidad no es normal. Con el tiempo, descubrimos que Eva es una arribista, una depredadora voraz. Su única intención es quitarle el puesto a Margot. Quedarse con su papel y de, paso, con su novio y amigos. Por suerte, aparece en escena el pérfido y rastrero crítico teatral, Addison Dewitt. Addison es un ser miserable, una garrapata que sobrevive chupando la sangre a la gente del teatro. Desde el primer momento,  clicha a Eva y descubre que no es quien decía ser. A cambio de su silencio, Eva acaba siendo su esclava y concubina. Amargada y desdichada, triunfa como actriz. Su sueño se cumple, pero pagando un precio demasiado caro. A su vez, Margot recupera su estabilidad emocional y sus amistades. 

All About Eve es uno de los mejores guiones de la historia del cine. Recomiendo, fervorsamente, el remake encubierto de Paul Verhoven, Showgirls, y el homenaje de Almodóvar en Todo sobre mi madre.
Diagnóstico: El dramaturgo, al servicio de la estrella. 

CAUTIVOS DEL MAL (The bad and the beautiful. 1952, Vincente Minnelli)

Y seguimos, con el metacine. Ese género onanista, que nos cuenta los entresijos y vísceras de la industria cinematográfica. 

En Cautivos del mal, todo gira alrededor de la figura del productor Jonathan Shields (interpretado por Kirk Douglas). Es el retrato del sueño americano: Joven que consigue llegar hasta la cumbre, mediante el esfuerzo y los pocos escrúpulos. Shields es el paradigma del productor todopoderoso de Hollywood. Un primo-hermano de David O.Selnick o Darrly F.Zanuck. Toma lo que le interesa, se aprovecha de ello y luego lo tira. El film empieza con una reunión en unos estudios cinematográficos. Una estrella del cine, un director y un guionista rememoran sus tortuosas relacionas con Shields. Georgia Lorrison, la actriz, sufrió el carácter inestable y tiránico de Jonathan Shields y se dió a la bebida. Pero, al separarse del productor, se convirtió en la nueva estrella de Hollywood. El director, Fred Amiel, era el mejor amigo de Jonathan. Empezaron juntos, pero Jonathan le arrebató las ideas y lo traicionó. Amiel, abandonó su amigo para siempre, y empezó una gran carrera como realizador. James Lee, era un guionista creativo y lleno de ideas. Pero, trabajando a las órdenes de Shiels, tuvo que acatar el despotismo del productor. Por suerte, con el tiempo, Lee se hizo un nombre como dramaturgo y escritor y acabó ganando el premio Pullitzer. 
Diagnóstico: El guionista humillado por el productor todopoderoso.

ESCÁNDALO EN EL PLATÓ (Soapfish. 1991, Michael Hoffman)
Y he aquí, el mundo de la televisión. Actualmente, el guionista (al menos el americano) goza de bastante poder. Como Showrunning o productor ejecutivo, un guionista puede controlar todos los procesos de producción. En el pasado (y aún en España, hoy en día), los guionistas eran simples trabajadores, sin demasiados derechos ni aspiraciones artísticas. El cine era el astro rey y las series eran fastfood para las masas.

Esta película habla de los culebrones americanos. En los ochenta, el género de las Soup operas tuvo un impacto internacional más que notable. 

Dallas, Dinastia, Falcon Crest, Santa Bárbara… A cada cual, peor. Con escenarios de cartón piedra y argumentos imposibles. Escándalo en el plató nos cuenta la historia de Celeste, la estrella de El Sol también se pone. Es portada en todas las revistas, y es la novia de América. La aparición de su joven sobrina, aspirante a actriz, y de su antiguo amor, actor fracasado y retirado en Florida, convertirán la vida de Celeste en una verdadera telenovela. No falta ninguno de los ingredientes imprescindibles: Poder, sexo, traición, envidias… Celeste cuenta con la ayuda de su mejor amiga, la fiel directora argumental de la serie, interpretada por Whoopi Goldberg. Su misión es contentar a la protagonista del show, escribiéndole grandes monólogos o reforzando su autoestima (haciéndose pasar por una fan, en centros comerciales).
Diagnóstico: El guionista todoterreno. El encargado de reescribir capítulos en 20 minutos, de amoldarse a los deseos de actores y productores, o a las necesidades publicitarias.

BARTON FINK (Barton Fink. 1991, Joel Coen y Ethan Coen)
Tercera película de Los Coen, y una de sus mejores obras. A nivel narrativo y, sobretodo, a nivel visual. 

Una pesadilla posmoderna trufada de referencias. Las películas de mafiosos de los años 20, la pintura de Edward Hooper, las novelas de Frank Kafka o de Bukowski, los films de David Lynch...

A saber: La historia de un autor teatral, que aspira a ser un autor. Llega a Hollywood, y se topa con la fábrica de los sueños (o pesadillas). Un territorio lleno de productores sin escrúpulos y de mafiosos con intereses oscuros. Barton abandona el teatro, “vende su alma” a Hollywood, y se muda en un onírico hotel, paralizado en el tiempo. Intenta empezar un guión nuevo, pero sufre una terrible crisis creativa. Conoce a Charlie, su vecino en el hotel, y a Audrey, su secretaria, que le dan apoyo moral y sentimental.  Al final, como en toda buena peli de los Coen que se precie, todo se descontrola. Charlie resulta ser un peligroso criminal, y la policía empieza a sospechar de Barton. Pero por suerte, Fink, sabe sacar provecho de esa situación y consigue escribir una historia basada, en muchos sentidos, en sus vivencias.
Diagnóstico: El guionista como protagonista de una historia Kafkiana.

JÓVENES PRODIGIOSOS (Wonder Boys. 2000, Curtis Hanson)

Jóvenes Prodigiosos habla, de manera genérica, del proceso de creación. Del oficio de escritor y sus connotaciones en la vida personal. 

Grady Tripp es un novelista reputado, que se hizo famoso gracias a su obra: Hija de Pirómano. Su vida no le gusta. Es docente en una universidad de élite, está liado con la decana de la facultad y su editor le presiona para que publique un nuevo libro. Grady siente curiosidad por uno de sus alumnos, Terry. Un joven escritor con mucho potencial, un tanto autista y consumidor de hierba. En definitva, Tripp se ve a el mismo, hace años. Cuando tenía toda la vida por delante, y estaba a punto de publicar su obra magna. Un perro muerto y un jersey que perteneció a Marilyn son los detonantes de un fin de semana enfermizo, divertido y emotivo. Una peripecia que ayuda, a Tripp, a reconvertir su vida. A plantearse el futuro, el presente y el pasado.
Diagnóstico: El escritor famoso por una sola novela, paralizado por el pánico.

EL LADRÓN DE ORQUÍDEAS (Adaptation. 2002, Spike Jonze)
Y seguimos con guionistas neuróticos y metacine. Charlie Kaufman ya había experimentado con los límites entre realidad y ficción en su anterior película, Como ser John Malkovich. Nicolas Cage es el alter ego de Kaufman, encargado de adaptar una difícil e irrealizable novela sobre orquídeas. No hay conflicto ni tensión dramática. No hay por donde cogerla, vaya. A su vez, Donald, el hermano gemelo de Charlie, decide imitar los pasos de su hermano y escribe un guión convencional y mediocre sobre las andanzas de un asesino en serie. Mientras Charlie continua inmerso en sus paranoias existencialistas, Donald triunfa con su película simplista y comercial. 

Muchas veces, el guionista o creador piensa que debe escribir algo profundo y trascendental, y se olvida de crear un guión bien estructurado, que cumpla una función dramática. 

Narcicismo, contra oficio. Ese sería uno de los temas. Pero también hay otros. Remarcaría, especialmente, todo lo relacionado con el negocio de los seminarios. En Adaptation conocemos al alter ego del gurú de la docencia cinematográfica: Robert Mckee. Ronald asiste a uno de sus cursos y, de la noche al día, pare una historia de éxito. ¿Es eso, suficiente? ¿Debemos escribir como autómatas, bajo unos cánones preestablecidos por un guionista fracasado que se dedica a dar lecciones?
Diagnóstico: Guionista creativo vs guionista con olfato comercial.











miércoles, 13 de noviembre de 2013

THE TALENT PROBLEM



Cuando observamos programas como X factor nos damos cuenta de la diferencia abismal entre los talents extranjeros y los españoles.


Los talents americanos e ingleses tienen como mercado potencial, el mundo entero. 

Millones de personas se bajan las galas de The Voice o X Factor, vivan donde vivan. El idioma globaliza los formatos y las audiencias. Da igual que vivas en París, que en Tokyio o en Barcelona. Y esto lo saben, perfectamente, los anunciantes y las casas discográficas. Las empresas deciden invertir un montón de pasta en publicidad, a sabiendas que el producto tendrá repercusión interplanetaria. Por otra parte, en U.K y en Estados Unidos la crisis no ha fulminado el mercado del crédito y del audiovisual. Al menos, no tanto como, por ejemplo, España. Aquí, debemos intentar ser ingeniosos y brillantes. 

Con un cuarto del presupuesto de una gala de X Factor, las productoras patrias deben estructurar una temporada entera.  

Aunque, como se suele decir, el dinero no lo es todo. Si no, que se lo pregunten a países modestos (emergentes, eso sí), como Israel o Argentina. Países que, hace unos año considerábamos subdesarrollados, triunfan con formatos ingeniosos y muy exportables. Con la recesión, España ha empezado a subirse al mismo carro. 

Con un mercado interno muerto, la exportación es una necesidad. Tu cara me suena es el ejemplo más paradigmático, bajo el amparo de una multinacional televisiva, como Endemol.  

Otro de los grandes problemas que nos alejan de los exitosos talents internacionales tiene mucho que ver con la cultura televisiva. En Inglaterra y en Estados Unidos, como he dicho, las discográficas y los artistas confían plenamente en el medio. Saben que deben exponerse, si quieren vender discos. Y no  solo en épocas de promoción (como sucede en El Hormiguero, sin ir más lejos). Se prestan a ser parte y jurado. Y no hablo de viejas glorias que necesitan resurgir de entre las cenizas. Hablo de gente consolidada, como Christina Aguilera , Katy Perry o Lady Gaga. En España, por lo contrario, cuesta un huevo y medio encontrar profesionales de la canción o de la interpretación que quieran trabajar en un programa de tele. Por superioridad artística o por exigencias salariales. Se consiguió en la primera edición de El Numero 1, con gente como Miguel Bosé, Ana Torroja o Sergio Dalma. En la versión española de la Voz se optó por escoger cantantes con tirada comercial (más allá de sus méritos artísticos). Y no les ha ido mal.

Y he aquí, el GRAN PROBLEMA: La duración. La eterna y extenuante duración de los programas en España. 

Y no solamente de los formatos de entretenimiento. Cuando viene un americano a nuestro país y enciende la tele, flipa en colores. Ve Aída, que dura más de hora y media, y no entiende nada. Una sitcom, por definición, dura 25 minutos. Es una convención de género, que determina el tono y la agilidad de las tramas. Si lo extiendes, destrozas la comedia. Con los informativos, tres cuartos de lo mismo. Un informativo de una hora, trufado de noticias insustanciales, no tiene razón de ser. 
¿Y los talents? Condenados, por necesidades comerciales, al Prime Time. Una franja horaria que se ha ido desplazando, cada vez más. Ahora, no hay programa que empiece antes de las 22 40. Y todo, por arañar unas décimas más de share. A partir de medianoche, las audiencias se hinchan con el Late Night. Cosas de los cálculos de cuota de pantalla. Como más gente hay delante la tele, más difícil es conseguir un buen dato de share. Y viceversa. Al día siguiente, se procede a hacer la suma del Prime Time y el Late y… BINGO. Los datos generales pueden mejorar (que no siempre), pero la calidad y el espectador se resienten.   

Un talent de cuatro horas, es mortal de necesidad. 

La gente de contenidos se ve obligada a buscar fórmulas para ir alargando. Más valoraciones del jurado, más pollos y bromas entre actuaciones… Pero no funciona. No puede funcionar. En X factor, las actuaciones van una detrás de otra. Hay un montón de estrellas invitadas y todo fluye como un perfecto mecanismo de relojería.

Ese Prime Time que obliga a destrozar la duración de los formatos, también condiciona el tono del programa. 

A diferencia de otros países, donde se ha extendido la importancia de los demográficos (datos por sectores de población y estrato social), en España seguimos pensando que un programa en horario estelar debe contentar a todo el mundo. 

A niños, abuelos, adultos, adolescentes, gente del norte, gente del sur, tradicionales y alternativos. Las cadenas (y algunos anunciantes), creen más en el valor cuantitativo que en el cualitativo. Y se equivocan. Los demográficos ayudan a las marcas, a penetrar mejor en los consumidores. La gente joven consume más, pero quizás no se traga más de dos actuaciones nostálgicas. Una persona mayor puede estar enganchada ante el televisor, pero no tendrá el mismo poder adquisitivo a la hora de comprar. Quizás, algunos programas necesitan focalizar su atención hacía un target potencial específico o, al menos, reducir un poco el foco de acción. Si no, nos encontraremos siempre con programas dispersos, que no terminan de contentar a nadie.

Mi diagnóstico. En España tenemos grandes profesionales del entretenimiento. Grandes diseñadores de luz, grandes guionistas y redactores, directores y productores… Que trabajan bajo unas circunstancias que no les son favorables. 

Entre todos, deberíamos apretar por tener programas a la altura de nuestras posibilidades (que son muchas).