El poeta escribió: Si lo primero que se te pasa por la cabeza, al levantarte, es escribir una historia, es que eres escritor.
Pocas frases sintetizan mejor la
vocación por la creación. En mi caso, da igual que se trate de una serie de
tele, una película, un programa de entretenimiento o una obra de teatro. Soy
consciente que lo único que sé hacer es escribir. Y sé que me gustaría trabajar
de ello. No hay nada mejor que encontrar un empleo que te guste. Es la mejor
lotería que uno puede encontrar. Pero, quizás, es pedir demasiado.
Para un guionista en el paro, encontrar un trabajo, por muy anodino que sea, es fundamental.
Al menos, para mí. Sin dinero en la cuenta corriente, empiezo a
comerme el tarro y no consigo concentrarme ni consigo vomitar algún proyecto
mínimamente interesante o coherente. Por esto, y fue uno de los motivos, me decidí
a empezar este blog. Hoy hablaré de la búsqueda activa de empleo.
Una descripción que se oye mucho por ahí, y que da una rabia que te cagas. La
búsqueda de empleo activa se ha convertido en la única ocupación de mucha
gente, y me parece bien. Es una manera de sentirse vital, de no tirar la
toalla. Pero, a veces, cuesta mucho no enviarlo todo a tomar viento. Sobre
todo, si echamos un vistazo a los principales portales de empleo. Ahí va, un
pequeño repaso.
MÓNICA
LEWINSKY QUE ESTÁS EN LOS CIELOS…
Hace
años, ser becario era señal de primera toma de contacto con el mundo
profesional. En una empresa, solías aprender el doble que en toda la carrera
universitaria. Y, en cierta manera, sigue siendo así.
La única diferencia substancial es que, ahora, los becarios se han convertido en los nuevos esclavos.
No cobran nada,
no cotizan (de momento) a la seguridad social y, a las empresas, les salen muy
rentables. El gobierno bonifica a dichas empresas, mediante establecimiento de
convenios. La tarifa común es de 400 euros. Es decir, yo te contrato como
becario y, encima, me pagan por ello. Lo sensato y normal sería redistribuir
esos 400 para pagar una cantidad simbólica al becario. Pero, no. En el 90% de
los casos, eso nunca sucede. Lo peor de todo, no es trabajar gratis (que ya es
un drama). Lo más terrible es que la gente licenciada o titulada, no pueda
optar a muchos trabajos (la mayoría de ellos, cualificados) por la
imposibilidad de firmar convenios de prácticas con ningún centro formativo.
(DIS)CAPACITADOS
Este
tipo de condicionante se asemeja bastante al caso anterior. El gobierno ayuda a
las empresas, que contratan a gente con discapacidad. (Eso sí, que esa
discapacidad no supere el 33%)
Muchas instituciones públicas se aprovechan de esta cuartada social, para contratar a gente con perfiles de discapacidad.
Nos
hacen creer que se preocupan por la sociedad y por las personas más necesitadas.
Y nada más lejos de la realidad. La falta de crédito a las PYMES y al sector
empresarial, en general, ha transformado al mercado en algo mísero y
deshumanizado. Se necesita mano de obra pero, como no hay dinero para pagarla,
se ofrecen sueldos bajo mínimos o se buscan fórmulas para poder completar la
retribución, mediante ayudas públicas.
CON DON
DE LENGUAS
Hace
años, las tiendas y el sector servicios, eran el último refugio para la gente con
profesionales liberales que no encontraban trabajo. Todo el mundo conoce el
mito de Hollywood. El que cuenta que, en Los Ángeles, todos los camareros son
guionistas y actores desempleados, esperando su gran encuentro con un pez gordo
de alguna productora. En España, pasaba lo mismo. Podías encontrarte a un
escritor, o a un licenciado en astrofísica, sirviendo cafés en la Gran Vía
madrileña. Con la llegada de ricachones procedentes de Rusia y China, la cosa
se ha complicado un poquito más.
El afán por vender y por tratar como reyes a este tipo de consumidor, ha obligado a las empresas a ofertar puestos que requieren el conocimiento, no del inglés, francés o alemán, si no del Chino, Ruso o Árabe.
Ya no es suficientes ser mono/a, y saber doblar camisetas, no.
Ahora debes tener un nivel medio-alto de estos idiomas. Ya lo pronosticaba
Blade Runner, en los ochenta, el Chino acabará siendo el lenguaje universal.
Hace un
par de años, se estrenó la película “A puerta fría” que trataba, precisamente,
de esta táctica comercial. A saber: Ir de puerta en puerta, vendiendo productos,
sin cita previa. La puerta fría es una de las estrategias de venta más duras, a
la par que ineficaces. Y más, hoy en día. Con la crisis, la gente rehúye de los
vendedores de enciclopedias, seguros o energía.
Me atrevería a afirmar que, el 80% de las ofertas publicadas en los portales de empleo, son de comerciales.
Y,
¿cómo se intenta atraer a los parados? Pues con el timo de la estampita. Sueldo
base: 500-2500. Nivel de estudios: Sin especificar (sic). ¿Cómo se entiende? ¿Pagarán
2500 euros a una persona sin titulación universitaria? El truco del almendruco
es bastante rudo. Se ofrece un sueldo base de 400-500 euros. El resto se
obtiene a partir del trabajo por objetivos. Por ejemplo, en una empresa de
telefonía debes vender seis productos en un mes. Si lo haces, recibes una retribución.
Si no, a la calle. ¿Qué más se puede pedir?
SIN
ÁNIMO DE LUCRO
Pues
sí. En esta vida, siempre se puede pedir más. Sería el caso de los captadores
para organizaciones no gubernamentales.
Las ONG contratan a empresas externas que se dedican a formar, no a captadores, si no a comerciales.
Gente que
trabaja orientada a fríos objetivos y que debe obtener X socios al mes, si no quiere
irse de patitas a la calle. Con el mercado de las enciclopedias, uno lo podría
llegar a entender. Es un negocio, y los negocios no entienden de moral ni de
escrúpulos. Pero… ¿Creu Roja? ¿Acnur? Prefieren la cantidad, y no la calidad de
sus socios. Es triste, pero es real. Un captador recibe las mismas enseñanzas
que un comercial a puerta fría. Da igual que la persona no esté convencida en
donar un dinerito. Ya nos encargaremos de convencerla, a toda costa.
¿PODRÍA
HABLAR CON EL SEÑOR DE LA CASA?
Y,
llegamos, al otro gran grupo de ofertas de empleo: La televenta. Un tipo de
trabajo parecido al de comercial. La única diferencia es que no te mueves de la
silla. Pero, en el fondo es exactamente lo mismo. Una puerta fría, a través de
números de teléfonos. Bases de datos interminables, que deben cubrirse.
Productos de todo tipo. Seguros, telefonía, enseñanza… Todo vale.
Unos años atrás, cuando recibías una llamada de un teleoperador, solía provenir de un país latinoamericano.
Te atendía un panchito que decía trabajar para Vodafone o
Movistar. Y siempre, absolutamente siempre, te llamaban a la hora de comer o
cenar. “¿Está la señora de la casa?”. Inmediatamente después, colgabas el
teléfono y los enviabas a tomar por culo. Es la reacción natural. Y pensabas:
El que ha llamado, es un pobre diablo que vive en Medellín o en Montevideo. Las
empresas externalizaban sus servicios telefónicos a países más baratos que
España. Con la crisis, la cosa ha cambiado. Esos países empiezan a tener poder
adquisitivo y, su mano de obra, se ha vuelto muy cara. Aquí, Europa nos obliga
a ser competitivos. Y lo somos. No incrementando el valor añadido de nuestra
producción, sino bajando los salarios. Y, en esas estamos. Ahora, somos
españoles los que debemos aguantar el chaparrón. Llamar a la hora de comer y
rezar para que no nos cuelguen el teléfono en las narices. Así, sí.
Y mira
que, servidor, se levanta cada día y se prepara un café americano bien cargado y
fuerte como un demonio.
Procede a ponerse delante del ordenador y empieza a buscar y a investigar. Intenta convencerse que ese día será un día nuevo, y que recibirá algún mail de alguna empresa (la que sea) a la que envió el CV el día anterior.
O que encontrará la oferta de su vida, que le sacará del agujero. Y,
no. Nunca sucede. Y eso pone, de muy mala hostia. Se plantea en tirarse de algún
viaducto (es que, servidor, es muy melodramático). Sopesa los pros y los contras
y se conforma en publicar una nueva entrada en su desconocido y terapéutico
blog.
Y en
esas estamos.