En estas últimas semanas dos noticias han llamado, bastante, la atención. Como en toda buena historia que se precie, se ha producido un punto de giro. Telecinco ha salido airosa con el estreno, por todo lo grande, de El Príncipe. Por otra parte, la versión para niños de “La Voz” ha llegado a superar el 30%. Algo que no se veía, desde antes de la aparición de la televisión digital terrestre. En este artículo, hago un breve repaso (tendencioso y subjetivo) de la historia de Telecinco y Antena 3.
Tengo 29 años, y nací con la
irrupción de las privadas en el estado Español. Uno de mis primeros recuerdos
catódicos tiene que ver con un muñeco con boina y unas piernas peludas. Estoy
hablando, claro está, de Macario.En las primeras emisiones de Telecinco,
Macario se dedicaba a amenizar la continuidad de la incipiente cadena. Yo lo
observaba, y me quedaba alucinado con su gran nariz y sus modales de gañan de
pueblo. Poco después llegarían las “Mama Chicho”, y su famosa y exitosa canción.
Me la aprendí, a mi manera, y hasta hacía la coreografía en la cena de
Nochebuena. Para un chaval pequeñajo, Telecinco era color y diversión. En su
primera etapa, se hicieron buenos programas. Tenían la libertad del que acaba
de llegar y quiere desmadrar el convento. Un tiempo después, recuerdo una
careta musical y un pueblo perdido en las montañas del noreste americano: “Twin
Peaks”. Su hipnótica melodía me fascinaba, a la vez que me cagaba del miedo al
observar el padre de Laura Palmer desdoblado con el diabólico Bob.
Telecinco basaba su éxito en programas con mucha carne, galas territoriales y alguna que otra serie (“Misterio para tres”, “Las pesadillas de Freedy”).
El corazón no
interesaba demasiado, más allá de las revistas. Lo único que se le acercaba,
quizás, era “La Máquina de la Verdad”.
Por lo contrario, empiezo a tener presente la programación de Antena 3, cuando ya era un poco más mayorcito. Hoy en día,
todo el mundo alaba las series de Atresmedia, como si este fenómeno fuera algo
completamente nuevo. Y no recuerdan que, en los noventa, Antena 3 estreno
algunos títulos imprescindibles, en la historia televisiva y sentimental de
este país. Hablo de “Farmacia de Guardia”, de “Lleno por favor”, o de “Los
Ladrones van a la oficina”. Series de factura plana pero con guiones llenos de
ingenio. El otro brazo articulador de la cadena, eran los programas de
entretenimiento. Desde “La Ruleta de la Suerte” a “El juego de la Oca”, pasando
por Lluvia de Estrellas”.
Antena 3 aprovechó la cantina de profesionales de Televisión Española para desarrollar formatos potentes.
Antena 3 y Telecinco, ya en
esa época, no eran lo mismo. Hasta que llegó el corazón o, mejor dicho, las
vísceras. El punto determinante fue, sin lugar a dudas, el asesinato de las
niñas de Alcàsser. Todas las cadenas se volcaron, como hienas. Pero Antena 3 y
Nieves Herrero, fueron más allá. Montaron el plató en el mismo pueblo y
explotaron el morbo y el dolor. Telecinco
aprovechó el filón, con “Esta noche cruzamos el Missisipi”. Una adaptación del
clásico formato americano de los Late Night. Con el crimen de Alcàsser, el
programa empezó a descarrilar y se inició la veda de los denominados juicios
paralelos.
El otro momento clave, para entender la relación simbiótica entre las dos cadenas privadas, fue la aparición de “Gran Hermano”.
La telerealidad
había llegado, para quedarse. Antena 3, al ver los beneficios que reportaba el producto a Telecinco, se hizo
con otros formatos similares. “El Bus”, “El Castillo de las mentes prodigiosas”…
Sin embargo, fracasaron. No sé dieron cuenta, y tardarían casi dos décadas en
dársela, que su público no tenía por qué ser el de Mediaset. En las
autonómicas se pusieron de moda otro
tipo de productos. Por ejemplo, los talk show. Oprah hacía tiempo que triunfaba con este tipo
de formato, consistentes en escuchar las desgracias de gente anónima y de
tenderles sorpresas embarazosas para ver sus reacciones. Antena 3, de nuevo,
fue a remolque de su contrincante y creó “El Diario de Patricia”. El programa
funcionó muy bien, pero el concepto de público diferenciado había desaparecido.
En las autonómicas, empezaron a surgir programas del corazón, como “Tómbola”
(canal 9).
No eran programas amables, si no programas llenos de insultos, discusiones y crueldad.
Un circo romano, adaptado a los tiempos modernos.
Telecinco se forró con “Salsa Rosa” y “Aquí hay tomate”. Antena 3 creó “Dónde
estás corazón” y otros subproductos de la misma calaña.
Todo cambió, por suerte,
cuando Antena 3 hizo un acto de contrición y se replanteó su estrategia
comercial. Se dieron cuenta que para triunfar, debían diferenciarse de
Telecinco.
Antena 3 elimino la mayoría de programas relacionados con la denominada telebasura y buscaron una programación enfocada a un público más joven y familiar.
Poco después, Mediaset se pegó un tortazo con el corazón y lo enterró
(momentáneamente). Atresmedia estreno “Tu Cara me suena” y otros formatos de
entretenimiento y reforzó sus series. El primer intento, aunque incipiente, sería
“Física o Química”. Luego llegaría la revolución, a nivel cualitativo, con “Hispania”,
“El Internado” y, sobretodo, “Gran Hotel” y “El tiempo entre costuras”. Por
primera vez, en mucho tiempo, Mediaset iba por detrás de Atresmedia. La cadena
de Fuencarral solo invertía en ficción, en contadas ocasiones. Muchas veces,
producía miniseries basadas en temas del corazón. De esta forma, podía explotar
el tema en especiales interminables y acaban barriendo para casa. (Las cadenas
tienen la obligación de invertir en cine español, y las miniseries entran
dentro del paquete). Y luego estaba, por supuesto, el universo de “La Fábrica
de la tele”. Productos muy baratos, que fomentaban una sinergia total entre
toda la programación y que proporcionaban grandes datos de audiencia. Unas
cifras, a todas luces, engañosas. Su target principal, se desplazó.
La juventud, con dinero, adoptó otras formas de consumo audiovisual, o se fue a Atresmedia. Mediaset se quedó, a grandes rasgos, con un target de clase media-baja, jubilados y gente desempleada.
En enero de 2013, la cadena
de Planeta superó, en cuota de pantalla, a Telecinco. Todo un éxito que, los
accionistas de Mediaset, no han tardado en aprovechar. El año ha empezado con
una cartera de proyectos “fuertes” de ficción, en Telecinco. Se observa cambios significativos, en la estructuración de las cadenas
filiales. Y de momento, no les ha ido mal con “El Príncipe”. “La voz Kids”, ha
superado a “Tu cara me suena”.
Ahora solo hace falta que se den cuenta que el entretenimiento de calidad es imprescindible, a la hora de captar al ansiado target comercial (o grupo demográfico que se dedica a consumir).
Un buen primer
paso sería, por ejemplo, darle otro enfoque a Cuatro, que sigue yendo a la
deriva. Debería ser la tele joven de Mediaset, con formatos informativos
arriesgados y ficción exportable. Atresmedia lo ha visto claro y ha sabido
diferenciar el tono entre Antena 3 y La Sexta. Una, conservadora y familiar. La
otra, urbanita y izquierdosa.
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